domingo, 23 de enero de 2011

El espejo


Frente al espejo, atrás, donde quedó la vieja luz
y el deshielo del cuerpo se hundió en una derruida imagen
de ese otro lado que ya no era yo, solo luces y sombras
que recordaban otras vidas y otras memorias que no eran mías.

Frente a esa sombra que me dice que muchas veces caí
y que jamás me quise levantar, porque siempre fuimos vencidos
por aquello que se escondía tras esas sombras en el espejo,
que nos decía que no debemos escuchar esas voces que nada dicen.

Porque también nos gusta descifrar los enigmas de la memoria
para enredarse en indescifrables cajas chinas, y no estar más,
porque los rastros de lo que fuimos quedaran escondidos
en esa nada en la cabeza, en esas sombras que no dicen nada.

O tan solo dejar de repetir hasta el hastío las mismas quejas
que nunca sirvieron, que nunca dejaron de ser una imagen
que se desvanecía, que se repetía de tanto no ser yo
para ser ese otro, ese que me sonríe en el espejo.