domingo, 16 de enero de 2011

Luces y sombras de la vida




Fueron dos los caminos,
o tres, o cuatro,
más no recuerdo la cuadratura
de la calle que elegí
para fundirme con  mi sombra.

Agudas piedras, intricados  laberintos,
llevaron mis pasos de traspiés en traspiés,
dejando sanguinolentos mensajes
en el sendero,
arena roja que disgregó el viento.

Pasajera de sombras no reí ni jugué,
esos juegos de hipocresía cortesana
en  ferias  putrefactas de orgullo;
ni bailé en patios orlados de mentiras,
que ocultan sólo el  cinismo que mueve
a una multitud indiferente.

Pero aún sigo…
entre luces y sombras
de las que anunciara la memoria, tu memoria,
mi memoria,
inyectando su veneno/placebo  en  mis arterias,
exponiendo al desnudo mis defectos/virtudes,
recortada figura de papel,
con bordes desiguales.

Pero...
tan intensos.

Te burlaste vida...
de la dorada fantasía de mi infancia
al arlequín de lo absurdo y lo malsano,
impiadosa  hetaira  que vendiste
tus ideales/mis ideales,
tus horas, mis horas,
a ese jugador libidinoso
que se llama Tiempo.

Y mírame...
rota, desdibujada,
adherida a la sombra de mi sombra
y sin embargo única,
indomable y pletórica de esa
inquietud/vida  interior
que no pudiste abatir,
y resignada tú, resignada yo,
continué entre luces y sombras,
mi ascenso hacia la libertad,
que me ofrece el infinito,
al que no puedes doblegar,
a tus antojos...