domingo, 23 de enero de 2011

Restos



Se conocieron en un mundo protegido
donde sólo ellos tenían acceso.
Un mundo libre de ruinas, de ruidos en llamas,
de sombras zombies, de miedos parlantes
de aullidos carnívoros, de estatuas.

Fraguaron su historia sobre nidos de arcoiris
al calor de sus hogueras
entre el placer de sus ganas.

Tuvieron un amor incivilizado
espléndido, enérgico,
guerrero.

Libres de vergüenzas,
volaban.

Y caían.

Y en sus caídas,
una bandada de buitres los visitaban
ansiosos de devorar los restos de carnaza
que ellos mismos desprendían.

Efímeros,
se dejaron llevar por la nada.

Automáticos,
se convirtieron en los enjendros
que tanto odiaban.
En ojos vacíos
en sonrisas muertas.

Entre plumas marchitas,
entre luces y sombras,
su fiel testigo-sol
se volvió un nómada

y sólo sobrevivió un espejo
de rostros desdibujados
de esperanzas ahogadas
en la senda de un camino hueco
donde antes habitaban
sonidos de luz,
murmullos de luna,
clamor de viento,
sonar de alas.